Tú eres lo que repites cada día. Por eso tus hábitos definen lo que eres y lo que a diario consigues. Y en eso, el cómo empiezas el día, cada vez tiene más importancia y peso. Con el nivel de exigencia que tenemos, con el volumen de trabajo que soportamos, con la importancia de la calidad de lo que hacemos tiene, no nos podemos permitir el lujo de empezar el día de cualquier manera.
Por eso hoy me apetecía pensar en alto y lanzarte esta reflexión a modo de un sencillo ejercicio de preguntas y (tus) respuestas. Porque cuando uno se interesa por su rendimiento, por tomar el control de lo que hace, por elevar el nivel de lo que hace (cada día), una de las primeras cosas que debería mirar es: ¿cómo empiezo el día… cada día?
Pierde una hora por la mañana y la estarás buscando todo el día – Richard Whately
Un ejercicio-test para ver cómo empiezas
A continuación voy a plantearte una serie de preguntas que te van a ayudar a evaluar cómo realmente empiezas el día… cada día. En cada caso pondré dos alternativas separadas que se contraponen, para que tú elijas la que más encaja con lo que haces. (Sé que no tengo que decirlo pero para que este ejercicio resulte útil, tienes que responder con transparencia.)
- ¿Marcas objetivos y sabes (decides) lo que quieres conseguir? // ¿Dejas que los demás o las cosas que vayan surgiendo marquen el camino?
- ¿Tienes un plan de trabajo predefinido y tienes claro por qué tarea empezar? // ¿Decides lo que vas a hacer según lo que veas en la oficina o en el correo electrónico?
- ¿Cuidas bien el desayuno para tener suficiente energía y empuje? // ¿Desayunas lo que toque o lo que encuentres por lo cocina?
- ¿Empiezas por las tareas de más impacto y valor? // ¿En la primera hora haces tareas suaves, de baja concentración y complejidad?
- ¿Tienes identificado el «core» de tu día y reservas tiempo para hacerlo a primera hora? // ¿Vas buscando huecos a lo largo del día para dedicarte a ese «core»?
- ¿Empiezas pronto e incluso antes que los demás (compañeros, clientes…)? // ¿Empiezas cuando toca o a la hora de siempre?
- ¿Empiezas a tope con la máxima energía y concentración? // ¿Vas de menos a más, incrementando gradualmente la intensidad de trabajo?
- ¿Te levantas de la cama con tiempo suficiente para empezar tranquilo? // ¿Apuras siempre el despertador aunque luego haya carreras y demás? (sí, sé que cuando tienes hijos lo de empezar tranquilo muchas veces no es una elección 🙂
- ¿Tienes claras las cosas o actividades que tienes que evitar a primera hora? // ¿Sencillamente empiezas porque lo importante es arrancar como sea con lo que sea?
- ¿Ves la importancia de empezar ganando cada día desde el minuto uno (y actúas en consecuencia)? // ¿Dejas que la rutina, los imprevistos y los demás decidan por ti y te pongan en «modo reactivo»?
No siempre eliges pero muchas veces sí
Yo también vivo en el mundo real y sé perfectamente que hay muchos días donde uno no elige cómo empieza el día; las circunstancias y los demás a veces se imponen. Pero eso no es todos los días. Hay muchos días donde tú sí eliges cómo empiezas el día: con qué tareas, qué cosas evitas, qué intensidad aplicas en cada caso, si cuidas tu Atención-Concentración, si marcas objetivos, etc.
En el trabajo cada vez cuenta más que tú y yo nos desenvolvamos de forma proactiva, la iniciativa y la intención en todo lo que hacemos; hay que alejarse todo lo posible de la reactividad, la pasividad y la inacción. Y eso se tiene que notar desde el minuto uno del día… de cada día.
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